Como bien muestra el siguiente anuncio, en España la Navidad es una etapa larga y, en ocasiones, poco definida que comienza con la colocación de la luces navideñas en las calles a principios de diciembre y finaliza cuando retiramos el árbol «de plástico» plantado en el salón de casa. Precisamente, debido a esa sensación de inexactitud muchas veces encontramos a la Navidad introducida por la preposición «POR».
El spot publicitario del turrón El Almendro es uno de los que mejor representa el espíritu navideño en España. Esperamos a nuestros seres queridos en esas fechas aproximadas; pueden llegar el día de Nochebuena o unos días antes, pueden llegar incluso el mismo día de Navidad, pueden llegar cuando se acerca el frío, las luces en las calles, pero no sabemos exactamente cuándo es, de ahí el uso de la preposición «POR» para reflejar una expresión temporal inexacta y poco precisa. Si utilizáramos «PARA» querríamos decir: «vuelve exactamente para estar aquí ese día, para estar con nosotros el mismo día 25 de diciembre». Transmitiríamos una finalidad asocida a una fecha muy concreta.
Ahora bien, en realidad, los españoles sí que sabemos cuando suena el pistoletazo de salida. Sabemos exactamente que la Navidad como tal, las casi vacaciones, la salud, la alegría y la ilusión se desatan el 22 de diciembre… pero ¿por qué? ¿Alguien sabe qué ocurre ese día tan especial? Otro anuncio para descubrirlo.
Y ahora, ¿quieres saber un poquito más sobre el Sorteo Extraordinario de Navidad?
El Sorteo de Navidad es uno de los más populares en España. A las 9.15 del día 22 de diciembre los niños del Colegio de San Ildefonso comienzan a canturrear números y premios y ahí, en el instante en que giran el bombo de números y el de premios, empieza la magia de la Navidad. Poco a poco se va avanzando el sorteo, algunos lo escuchan por la radio, otros se pegan al televisor, otros atienden pequeños fragmentos retransmitidos durante su almuerzo en el bar y todos, absolutamente todos, despliegan la esperanza de que los astros número y premio se combinen y algún pequeño niño mofletudo cante la cifra que aprietan entre manos, la cifra que aparece en su décimo.
Ya que así es como comienza todo, con la compra de un décimo – cuyo precio asciende a 20 euros – en una administración de lotería, mientras piensas: «¿seré yo este año? o ¿me volverá a tocar salud?». Pues, si bien es cierto que se trata de uno de los premios que más dinero reparte entre más participantes – en total se premian más de 20.000.000 décimos -, también es cierto que siguen siendo muy pocas las probabilidades de que caiga la suerte y, cuando vemos frustrada nuestra ilusión al final del sorteo, nos decimos a nosotros mismos el consabido estribillo: «bueno, al menos tenemos salud».
Tenemos salud y, sobre todo, la esperanza de que el año siguiente por gracias del azar el Gordo se pare en nuestra casa, nos mire frente a frente y deje correr esos 4.000.000 de euros a nuestro billete de lotería, porque ya sabéis que en español la esperanza es lo último que se pierde.
muy bien hecho